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Hoy, 30 de noviembre, conmemoramos a San ANDRÉS, Apóstol.
SAN ANDRÉS (¿?-¿60?) nació en Betsaida, la actual El Aradsch, cerca de Mahjar, Siria, o bien en Cafarnaum, cuyas ruinas yacen en la actualidad en el lecho del lago Genezareth, en Israel.
San Andrés era el hermano mayor de San Pedro, y al igual que él pescador en Galilea. Fue el primero de los apóstoles en seguir a Jesús, por eso entre los griegos se le llamó Protokletos, o “primer llamado”.
De acuerdo con la tradición, tras la muerte de Jesús a San Andrés le correspondió la evangelización de Escitia, lo que sería la actual Rusia.
Estando ahí, un ángel se le apareció para instarlo a que fuera a buscar a San Mateo, y de inmediato viajó a Etiopía, donde su compañero estaba en prisión y había sido privado de la vista.
Cuando San Andrés llegó, las puertas de la cárcel y de la celda se abrieron ante él; luego se arrodilló ante San Mateo, y gracias a sus rezos fervorosos San Mateo recuperó la visión.
Según las referencias de Orígenes, San Andrés predicó en Grecia y en el Cáucaso. Fue el primer obispo de Bizancio, y por eso la Iglesia Ortodoxa Griega lo considera cabeza de su congregación, lo mismo que San Pedro es para la Iglesia Católica.
En Macedonia, fue aprehendido por el procónsul Quirino, bajo acusación de promover el desacato de la religión romana. San Andrés fue arrojado a las fieras, pero éstas lo respetaron y él consiguió escapar.
En Patrás, Grecia, sanó de una enfermedad a Maximila, la esposa del procónsul Egeas, y la convirtió al cristianismo; sin embargo, por desacato al emperador el funcionario lo mandó azotar y luego atar a una crux decussata, o cruz con forma de equis, que por eso se conoce como “cruz de San Andrés”.
El apóstol falleció al tercer día, y supuestamente durante este tiempo predicó el mensaje de Cristo a todos los que pasaban por ahí.
Los restos mortales de San Andrés fueron trasladados a Constantinopla, de donde fueron robados en la Edad Media, en la época de las Cruzadas.
En 1964, el papa Pablo VI, en signo de fraternidad devolvió a la Iglesia Ortodoxa la cabeza de San Andrés, que se resguardaba en Roma desde 1462.
San Andrés Apóstol es el santo patrono de Rusia, Escocia y Rumania; de España, Grecia, Sicilia, Borgoña y Baja Austria. También lo es de los pescadores y de los pescaderos.
SAN ANDRÉS nos enseña cómo fueron sembradas las primeras semillas del cristianismo.
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Hoy, 29 de noviembre, conmemoramos a San SATURNINO de TOLOSA, Obispo.
SAN SATURNINO DE TOLOSA (¿?-¿257?) nació en una familia romana, probablemente en Roma.
Es muy poco lo que se conoce de la vida de San Saturnino, o Sernino, antes de su misión como predicador a ambos lados de los Pirineos.
San Saturnino fue uno de los siete obispos que el papa San Fabián envió como misioneros a las Galias durante el consulado de Decio y Gracio (250-251). A él le correspondió la sede de Tolosa, la actual Toulouse, en Francia, donde fue el primer obispo.
Junto con su primer converso, llamado Honesto, fue a predicar a Pompaelo, la actual Pamplona, donde llevaron el cristianismo a muchas personas, en especial al senador Firmo, a su esposa y a su hijo, quien con el tiempo sería San Fermín.
En la ciudad de Tolosa, el principal templo romano estaba consagrado a Júpiter Capitolino, y San Saturnino pasaba por ahí para llegar al domicilio donde predicaba, pero nunca rendía saludos ni sacrificios de ningún tipo a los ídolos.
En un momento de escasez que hubo en Tolosa, el obispo cristiano fue culpado de que Júpiter no hacía caso de las peticiones del pueblo. Para probarlo, lo obligaron a practicar el sacrificio de un toro ante el altar del dios romano, pero San Saturnino se rehusó de manera rotunda.
La enfurecida turbamulta acometió entonces contra él, y San Saturnino fue atado con cuerdas a dicho toro para que éste lo arrastrara. Luego azuzaron a la bestia para que subiera corriendo las escalinatas del templo pagano, mientras el cuerpo de San Saturnino se iba haciendo pedazos.
Los fragmentos y el resto del cadáver fueron recogidos por dos jóvenes cristianas, a las que la tradición local conoce como Les Saintes Puelles, quienes le dieron cristiana sepultura.
Cuando la tumba de fue redescubierta en el siglo sexto, el duque Leunebaldo mandó construir encima una iglesia dedicada a Saint-Sernin-du-Tour, o San Saturnino del Toro.
Ésta se transformó con el tiempo en la impresionante Basílica de arquitectura románica dedicada al santo.
San Saturnino de Tolosa es el santo patrono de Pamplona y San Sadurní, en España, y de Toulouse, Francia. Iconográficamente se le representa con un toro.
SAN SATURNINO DE TOLOSA nos inspira valor para enfrentar a las multitudes que se nos oponen.
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Hoy, 28 de noviembre, conmemoramos a San ESTEBAN EL JOVEN, Mártir.
SAN ESTEBAN EL JOVEN (715-764) nació en Constantinopla, la actual Estambul, Turquía, en la época de las persecuciones iconoclastas.
A los quince años de edad, San Esteban el Joven pidió a sus padres permiso para ingresar al antiguo monasterio de San Auxencio, en Bitinia, cerca de Calcedonia, donde se le asignó el encargo de acarrear las provisiones.
Cuando su padre murió, San Esteban acudió a Constantinopla para arreglar todos los asuntos legales; ahí vendió toda su herencia y repartió el dinero entre los pobres.
Su madre y sus hermanas habían profesado ya en un monasterio en Bitinia, de modo que regresó a San Auxencio, donde llegó a ser abad hacia el año 745.
El monasterio estaba integrado por celdas individuales que estaban dispersas por el Monte Auxencio, y San Esteban ocupó una caverna cerca de la cumbre, donde pasaba el tiempo copiando libros.
En 753, el emperador de Oriente, Leo, y su hijo y sucesor Constantino Coprónimo desataron una cruenta persecución contra aquéllos que veneraran imágenes; esta aversión a las imágenes se conoce como iconoclasia.
Constantino Coprónimo conocía la honorabilidad que caracterizaba a San Esteban el Joven, y le solicitó apoyo para su causa, pero el santo ermitaño se negó categóricamente.
En represalia, los soldados que le llevaron el comunicado incendiaron el monasterio y la iglesia, y llevaron preso a San Esteban a Crisópolis, donde fue juzgado acremente por un grupo de obispos.
San Esteban fue desterrado a la isla de Proconeso de Propóntide, y años más tarde el emperador Constantino Coprónimo lo mandó llamar a Constantinopla. Ahí lo tentó con falsas argumentaciones iconoclastas, pero San Esteban respondió siempre con agudeza e inteligencia.
Las respuestas del monje sacudieron a Coprónimo y desataron su ira, hasta que lo condenó a ser azotado; sin embargo, sin que mediara orden del emperador, San Esteban fue asesinado por un grupo de oficiales en el palacio de Constantinopla.
San Esteban el Joven también es venerado como mártir por la Iglesia Ortodoxa Griega.
SAN ESTEBAN EL JOVEN nos ofrece un ejemplo del poder de la palabra que contiene razón y verdad.
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Hoy, 27 de noviembre, conmemoramos a San JACOBO el INTERCISO, Mártir.
SAN JACOBO EL INTERCISO (¿?-421) nació en Bêth-Lâpat, la actual Khorramabad, en Irak, en el seno de una familia de cristianos pudientes y honorables.
A San Jacobo, o Santiago, el Interciso se le conoce también como San Jacobo de Persia o Santiago el Amputado.
Dentro de su comunidad, San Jacobo el Persa se casó con una joven cristiana, y procrearon amorosamente una familia a la que también educaron en la fe de Jesús.
San Jacobo era funcionario en la corte del emperador persa Izdegerd; estuvo a su lado cuando eventualmente se desató una guerra, e incluso lo acompañó a rendir culto a los dioses paganos.
En la soledad de las noches San Jacobo se lamentaba de lo que había hecho, y su familia, que desde la distancia lo apoyaba, lo instó a través de cartas a que se arrepintiera.
Cuando leía las cartas de su familia, San Jacobo se ponía a llorar y a rezar. Una vez fue espiado por soldados del nuevo emperador, quienes lo delataron y lo llevaron ante su presencia.
Ahí, armado de valor, San Jacobo confesó públicamente su religión. Esto despertó la tremenda ira del monarca, que lo condenó al terrible tormento de la amputación de todos sus miembros.
Así, los verdugos comenzaron cortándole uno por uno los dedos de las manos y de los pies, hasta llegar a las piernas y los brazos, mientras San Jacobo rezaba y daba gracias a Dios por la oportunidad de redimirse. Finalmente falleció decapitado.
A pesar de que el emperador ordenó que los trozos del cuerpo del mártir fueran esparcidos por el desierto, los cristianos consiguieron reunirlos y transportarlos a Jerusalén.
San Jacobo el Interciso es patrono del monasterio de Mar Iaqub, en Dedeh, en las cercanías de Trípoli, en Líbano, donde las monjas del lugar cuidan las reliquias que se le atribuyen.
SAN JACOBO EL INTERCISO nos enseña el valor del arrepentimiento.
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Hoy, 26 de noviembre, conmemoramos a San SIRICIO, 38º Papa.
SAN SIRICIO (¿?-399) nació en Roma, probablemente; se desconoce la mayor parte de su vida antes de llegar a la Silla de San Pedro.
Durante el pontificado del papa Liberio (352-366), San Siricio se encontraba ya al servicio de la Iglesia. Pero no fue sino hasta el final del largo pontificado de San Dámaso (366-384), que San Siricio aparece en primer plano.
El sucesor natural del papa San Dámaso era para muchos San Jerónimo, de quien había sido protector. Sin embargo, debido a su carácter iracundo y fogoso, la elección recayó en vez en San Siricio. San Jerónimo prefirió marcharse entonces de Roma a la soledad de una cueva cerca de Belén.
Desde el principio, San Siricio mostró su voluntad de buscar siempre el equilibrio y la moderación, y se apoyó para su gobierno en el obispo de Milán, San Ambrosio.
Fue el primer obispo de Roma y sucesor de San Pedro que se llamó a sí mismo “papa”; no se sabe si esto es una derivación de la palabra griega para “padre”, o si se trata de un acrónimo del título: “Petri-Apostoli-Potestatem-Accipiens”, o sea “El que recibe la potestad del apóstol Pedro”.
Esto concuerda con su firmeza para defender la primacía del obispo de Roma, lo cual hizo incluso de manera más enérgica que su predecesor.
Asimismo, San Siricio fue el primer papa que empleó el yo mayestático, que es en plural, para dictar sus decretos, diciendo “nosotros” en vez de “yo”, o bien “ordenamos” en vez de “ordeno”.
En el año 390, San Siricio consagró la basílica de San Paolo fuori le Mura, o San Pablo Extramuros, en Roma. Falleció en la Ciudad Eterna en 399, luego de 15 años de pontificado.
Fue, sin embargo, hasta el siglo XVIII, durante el papado de Benedicto XIV (1740-1758), que San Siricio fue incluido en la lista de los santos de la Iglesia.
SAN SIRICIO nos enseña el valor de oponernos al extremismo y a la intemperancia.
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Hoy, 25 de noviembre, conmemoramos a Santa CATALINA de ALEJANDRÍA, Mártir.
SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA (¿287?-¿306?) nació según una versión en Chipre, hija del rey de esa isla, Costo.
Santa Catalina de Alejandría era de origen noble; desde niña se distinguió por su extraordinaria inteligencia y capacidad de argumentación, apoyada en sólidos estudios.
Se cuenta que una noche se le apareció en sueños Jesucristo, quien le ofrecía un anillo de compromiso y se lo insertaba en un dedo.
Al día siguiente, Santa Catalina despertó convencida de que consagraría a Jesús su vida, y a partir de entonces rechazó a todos los que la pretendían.
Corrió la noticia de que el emperador Maximiano estaría en Alejandría, Egipto, con motivo de celebraciones paganas. Santa Catalina se hizo entonces el propósito de acudir hasta donde estuviera el emperador para a base de razonamientos convertirlo al cristianismo.
Y en efecto, así lo hizo. Pero solamente consiguió desatar la ira de Maximiano. El emperador llamó entonces a medio centenar de sabios de su corte para poner a prueba a la joven, pero después de un debate Santa Catalina los convirtió a todos ellos.
Fue tal el enojo de Maximiano, que mandó que los mataran a todos. También le ordenó a Santa Catalina casarse con alguien que él le asignaría, pero Santa Catalina de Alejandría se negó de manera categórica, pues tenía ya un esposo místico.
Lo que siguió fue torturar a Santa Catalina para que abjurara de su fe. Para ello utilizaron un potro de tormentos, pero las ruedas del aparato se rompieron de forma milagrosa cuando quisieron emplearlo con la sabia.
Finalmente, Santa Catalina de Alejandría fue condenada a morir por decapitación, y le cortaron la cabeza con una espada. Fue enterrada en las faldas del Monte Sinaí (se dice que por ángeles que llevaron hasta allá su cuerpo), y su tumba se volvió desde entonces sitio de peregrinación.
En la Edad Media, el culto de Santa Catalina se extendió ampliamente por Europa, llevado por los soldados que regresaban de las Cruzadas.
Esta santa representa de manera ejemplar el tema del matrimonio místico, de importancia en la literatura y el pensamiento medievales. Iconográficamente se le representa con una rueda quebrada, una espada, un libro y una corona.
El patronazgo de Santa Catalina de Alejandría es amplísimo. Además de ser la santa patrona de las solteras, lo es de escuelas superiores, bibliotecas, filósofos, teólogos, eruditos, profesores, estudiantes, oradores, predicadores, abogados, alfareros, barberos, carreteros, cordeleros, fontaneros, hilanderas, molineros, nodrizas, notarios, sastres, torneros, traperos, y de todos los oficios que involucren ruedas.
SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA nos enseña que el don divino de la sabiduría puede darse tanto en varones como en mujeres.
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Hoy, 24 de noviembre, conmemoramos a San ANDRÉS DUNG-LAC, Mártir.
SAN ANDRÉS DUNG-LAC (1795-1839) nació en Bac Ninh, en el actual Vietnam, que en aquella época se conocía como Cochinchina.
El día de hoy conmemoramos a San Andrés Dung-Lac junto con los otros 116 mártires vietnamitas de los siglos XVIII y XIX.
San Andrés Dung-Lac nació con el nombre civil de Dung An Trân, en el seno de una familia no cristiana. Eran tan pobres que para poder subsistir al mudarse a Hanoi, lo vendieron.
Después de algunos periplos, tuvo la bendición de caer en las manos de un misionero católico de Vinh Tri, donde San Andrés fue bautizado e instruido.
Con el tiempo llegó a catequista, y prosiguió sus estudios de teología; finalmente fue ordenado sacerdote en 1823. San Andrés Dung-Lac fue adscrito entonces a la parroquia de Ke-Dâm.
Luego de varios años de tolerancia, en 1835 se desató en Vietnam una cruel persecución anticristiana ordenada por el rey Minh-Mang. San Andrés fue capturado y sentenciado a prisión, aunque pudo salir gracias a que sus compañeros de la comunidad consiguieron pagar la fianza.
Para guardar mayor sigilo, San Andrés Dung-Lac adoptó entonces un nombre diferente, pero no cejó en su misión apostólica, a pesar de la prohibición.
Cuatro años después fue denunciado con el alcalde de Ke-Song y volvió a ser arrestado, junto con San Pedro Truong Van Thi. La comunidad consiguió las 200 piezas de plata que las autoridades exigían para dejarlos libres, y pudieron salir de la cárcel.
Sin embargo, al poco tiempo, por reincidir en la fe, volvió a ser hecho prisionero, pero esta vez lo llevaron a Hanoi, la ciudad principal.
Al rehusarse a renegar de su religión, San Andrés Dung-Lac fue sometido a torturas y condenado a morir por decapitación.
Incluido entre los 117 mártires vietnamitas, San Andrés Dung-Lac fue canonizado en 1988 por el papa Juan Pablo II.
SAN ANDRÉS DUNG-LAC y los mártires vietnamitas nos muestran las dificultades para el arraigo de la fe cristiana en culturas remotas.
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Hoy, 23 de noviembre, conmemoramos a Santa FELICIDAD y sus SIETE HIJOS, Mártires.
SANTA FELICIDAD (¿101?-165) nació en Roma, en tiempos de persecuciones a los cristianos.
Según lo relata la tradición contenida en el Martyrologium Hieronymianum, la relación de mártires compilada por San Jerónimo, Santa Felicidad fue una viuda cristiana que vivió en la época del emperador Antonino.
Santa Felicidad se dedicaba primordialmente a realizar obras de caridad, y convirtió a muchos al cristianismo con su ejemplo.
Cuando las autoridades del imperio romano encargadas de encontrar a los seguidores de Jesús dieron con ella, no les quedó más remedio que llevarla a prisión junto con sus siete hijos.
Estos jóvenes, a los que se conoce también como los “Siete Hermanos”, llevaba por nombres: Alejandro, Felipe, Félix, Januario, Marcial, Silvano y Vital; todos compartían un amor fraternal y hacia su santa madre.
Al ser llevados ante el juez, Santa Felicidad los instó a que permanecieran fieles a Cristo.
Así, uno por uno fueron pasando frente al prefecto de Roma, llamado Publio, para negarse a retractarse de su fe, y uno por uno fueron siendo ultimados frente a la desgraciada Felicidad.
Januario, el mayor, murió flagelado; Félix y Felipe a garrote vil; Silvano fue arrojado de cabeza a un precipicio; y los tres más jóvenes, Vital, Alejandro y Marcial, fueron decapitados.
Cuatro meses después, la propia Santa Felicidad siguió la suerte de sus siete hijos, y murió martirizada por no renegar de sus convicciones religiosas.
Los restos mortales de Santa Felicidad fueron sepultados en la catacumba de Máximo, en la Vía Salaria de Roma, y pronto empezaron a aparecer en la Ciudad Eterna basílicas consagradas en su honor.
La leyenda de Santa Felicidad guarda paralelos muy cercanos con la de Santa Sinforosa y su prole, al grado que se puede pensar que en algún momento hayan sido confundidas y que en realidad se trate de la misma persona.
SANTA FELICIDAD Y SUS SIETE HIJOS nos ilustran de manera expresa el espíritu que subyace en el apego a la religión.
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Hoy, 22 de noviembre, conmemoramos a Santa CECILIA, Mártir.
SANTA CECILIA (¿200?-¿230?) habría nacido en Roma, en el seno de una familia de la aristocracia imperial.
Si bien los datos históricos para constatar de manera fehaciente su vida son inciertos, el culto a Santa Cecilia es de los más arraigados y de los más populares en todas las épocas.
De acuerdo con la tradición, Santa Cecilia fue hija de una noble familia romana en la que incluso había senadores, aunque desde niña ella se educó en el cristianismo.
Siguiendo las costumbres, las familias pactaron el matrimonio de la joven con un muchacho noble llamado Valeriano, aunque en su interior Santa Cecilia estaba decidida a consagrarse a Cristo.
Luego de celebrarse la boda, Cecilia le dijo a Valeriano que un ángel resguardaba celosamente su cuerpo, y cuando él pidió verlo ella le dijo que antes tendría que ir con el papa Urbano I y bautizarse.
Él así lo hizo y comprendió todo. Y cuando regresó con Cecilia un ángel se les apareció a ambos y los consagró sacramentalmente en matrimonio, rodeados de perfumadas flores.
El aroma atrajo a Tiburcio, el hermano de Valeriano, y luego de que le explicaron qué sucedía se convenció y se convirtió también al cristianismo.
Por dar entierro cristiano a mártires insepultos, fueron denunciados a las autoridades. Sin embargo, el oficial que fue aprehenderlos fue convertido igualmente luego de escucharlos, de modo que fue llevado a prisión junto con Valeriano y Tiburcio, donde los tres fueron martirizados.
Santa Cecilia se encargó personalmente de dar sepultura a los cuerpos, y por esa causa la aprehendieron a ella también.
Las autoridades la condenaron a morir ahogada, pero ella siempre sobrevivió; en vista de eso la introdujeron en agua hirviendo, pero ella se puso a cantar como si tomara un baño.
Ante los repetidos fracasos, en su propia casa intentaron cortarle la cabeza tres veces, pero la espada fue incapaz de desprenderla; entonces los verdugos salieron huyendo, asustados, y la dejaron ahí tendida.
Durante los tres días que sobrevivió tuvo aún manera de repartir limosnas entre los pobres y de redactar un testamento para legar su casa a fin de consagrarla como iglesia.
Al parecer, el patronazgo de Santa Cecilia sobre la música proviene de un antiquísimo error de traducción. No obstante, su sensibilidad y su pasión por la música quedaron como legado simbólico para conmemorar a este bello arte en nuestra cultura.
En 1594, el papa Gregorio XIII le concedió oficialmente el patronazgo de la música, y de la música sacra, a Santa Cecilia, y desde hace siglos se celebran en esta fecha festivales musicales en todo el mundo.
SANTA CECILIA nos recuerda el valor de encontrar la espiritualidad en la música.
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Hoy, 21 de noviembre, conmemoramos a San GELASIO I, 49º Papa.
SAN GELASIO I (¿?-496) nació en Roma, de orígenes africanos, o bien en la provincia romana de África como ciudadano romano.
Se conoce poco de la vida personal de San Gelasio I, pero sabemos con certeza que a partir de 483 integró la cancillería del papa San Félix III como uno de sus más importantes consejeros.
En 492, San Gelasio I fue designado como su sucesor, y se distinguió por ser un papa enérgico, que defendió incansablemente la primacía de Roma por sobre las otras sedes de la Iglesia.
A pesar de su férrea postura política, San Gelasio dedicaba gran parte de su tiempo al estudio, a la penitencia y a las oraciones. Fue asimismo un benefactor de los menesterosos, por lo que se le conoció como “Padre de los Pobres”.
A él se le ha atribuido el código para uniformar los ritos en las distintas Iglesias. Fue célebre por dar un nuevo orden a la celebración de la Misa, introduciendo por ejemplo el “Kyrie Eleison”.
San Gelasio I fue uno de los primeros papas que hizo valer la “Teoría de los dos poderes”, o sea el espiritual y el temporal, estando el segundo supeditado al primero.
La determinación de San Gelasio como Sumo Pontífice para hacer valer este principio habría de tener una gran influencia a lo largo de los siglos subsecuentes, durante todo el Medievo.
SAN GELASIO I nos enseña el valor de proceder con energía para hacer valer principios fundamentales.
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Hoy, 20 de noviembre, conmemoramos a San BERNARDO DE HILDESHEIM, Obispo.
SAN BERNARDO DE HILDESHEIM (960-1022) nació en Hildesheim, en Sajonia, Alemania, en el seno de una familia aristócrata emparentada con el poderoso emperador Otón I.
Al fallecer sus padres cuando él era apenas un niño, San Bernardo de Hildesheim fue enviado por su abuelo Adalberto, conde de Sajonia, a Utrecht, al cuidado de su tío Volkmar, que era obispo ahí.
Más tarde, Bernardo estudia en la célebre escuela de la catedral de Hildesheim, y es ordenado sacerdote en Mainz.
Muerto Otón I, y también su primogénito Otón II en una emboscada de sarracenos, Otón III fue nombrado emperador, a pesar de que todavía era un niño. Entonces San Bernardo, sacerdote de 23 años de edad, fue llamado a la corte como capellán mayor y tutor del monarca.
Por el talento que mostró para la instrucción del joven emperador, en 992 San Bernardo recibió el nombramiento de obispo de Hildesheim, donde habría de predicar con la palabra y el ejemplo entre los sajones durante más de 25 años.
Desde pequeño, San Bernardo había sido aficionado a la orfebrería, y había aprendido a fundir y moldear metales, así como otras técnicas del oficio. Por esa razón durante su obispado fue siempre un decidido patrono de las artes y de la decoración y arquitectura de las construcciones religiosas.
En Sajonia, San Bernardo de Hildesheim estableció numerosos monasterios, y posibilitó el ingreso de los primeros monjes benedictinos a la región. En 1007 colocó la primera piedra de lo que sería la monumental iglesia de San Miguel.
A los 80 años de edad, vencido por la fatiga, San Bernardo se retiró del obispado, y él mismo ingresó entre los benedictinos como monje, esperando una muerte pacífica, como en efecto ocurrió dos años después, en 1022.
En 1192 fue canonizado por el papa Celestino III. San Bernardo de Hildesheim es el santo patrono de los orfebres y de las artes de la construcción.
SAN BERNARDO DE HILDESHEIM nos enseña el valor de la belleza siempre latente en las artes manuales.
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Hoy, 19 de noviembre, conmemoramos a Santa MATILDE de HACKEBORN, Mística.
SANTA MATILDE DE HACKEBORN (1241-1299) nació en el castillo de Helfta, en la alta Sajonia, Alemania, en el seno de una noble y poderosa familia de terratenientes.
A pesar del linaje de su familia, Hackenborn, Santa Matilde se crió en un ambiente de suma religiosidad. Su hermana mayor, Gertrudis de Hackeborn, era abadesa en el convento cisterciense de Helfta.
A la edad de siete años, Santa Matilde ingresó como educanda al monasterio benedictino de Rodersdorf, pero en una visita que le hizo con su madre a su hermana se impresionó tan favorablemente del monasterio que eligió entonces la vida religiosa para siempre.
Con 19 años de edad, Santa Matilde fue elegida como directora de la escuela del convento, cargo que ejerció con gusto, pero no tanto como su labor al frente del coro, donde fue maestra de canto y primera cantante. Por otro lado, siempre fue muy devota del Sagrado Corazón de Jesús.
A causa de una enfermedad cuando cumplió los 50 años, Santa Matilde de Hackeborn estuvo a punto de morir. Fue entonces cuando reveló el mayor de sus secretos: la monja de Helfta siempre había tenido visiones místicas.
Las experiencias que la maravilla de la gracia divina le había concedido las había compilado en escritos sueltos, y éstos dieron lugar al Liber Specialis Gratiae, el Libro de la gracia especial, una de las obras más célebres y más hermosas de la literatura mística de la Edad Media.
Santa Matilde de Hackeborn falleció tranquilamente a la edad de 59 en su convento en el corazón de Alemania, pero la fama de su vida y de su Libro de la gracia especial se propagaron rápidamente; tanto, que en Italia llegaron a influir a los primeros escritores del Renacimiento, como Boccaccio y Dante.
A Santa Matilde de Hackeborn, o de Halfte, se le recuerda como la cantante del amor divino.
SANTA MATILDE DE HACKEBORN nos enseña el valor de la alegría para disfrutar los atributos que Dios nos otorgó.
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Hoy, 18 de noviembre, conmemoramos a Santa ROSA FILIPINA DUCHESNE, Monja.
SANTA ROSA FILIPINA DUCHESNE (1769-1852) nació en Grenoble, Francia, en la época de la Revolución Francesa y de la Independencia de Estados Unidos.
Rosa Filipina Duchesne vino al mundo en una familia devota en tiempos de cambios turbulentos. Fue bautizada así en honor de San Felipe y de Santa Rosa de Lima, de modo que siempre llevó consigo cierto anhelo por el Nuevo Mundo.
De niña siempre dio muestras de una gran religiosidad, y recibió su educación en el Convento de la Visitación de Ste. Marie-d’en-Haut, donde ingresó como novicia a la edad de 18.
Dos años después, sin embargo, estalló la revolución en Francia, y la comunidad tuvo que dispersarse. Santa Rosa Filipina volvió entonces al hogar familiar, y durante más de veinte años se dedicó por su cuenta a distintas obras de caridad, hasta que hacia 1801 la situación política se fue tranquilizando.
A partir de entonces intentó reconstruir el monasterio de Santa María con algunas de sus hermanas, hasta que en 1804 tuvo noticias de la Sociedad del Sagrado Corazón, recientemente establecida por la madre Magdalena Sofía Barat.
Luego de entrevistarse con la fundadora, Santa Rosa Filipina y sus compañeras fueron recibidas como novicias del Sagrado Corazón. Y ya dentro de la congregación empezó a surgir en ella un fuerte anhelo de efectivamente viajar al continente americano como misionera apostólica.
De nueva cuenta tuvo que esperar largos años para ver realizado su anhelo, hasta 1818, cuando el obispo Dubourg, de la Louisiana, territorio que había sido francés, en el actual Estados Unidos, solicitó la ayuda de la Congregación para labores catequéticas en su diócesis.
Para responder a ese llamado fue designada Santa Rosa Filipina Duchesne, quien gustosa aceptó, y a los pocos meses partió junto con cuatro de sus hermanas rumbo a las misiones de América.
Así, Santa Rosa Filipina fundó la primera casa del Sagrado Corazón fuera de Francia en St. Charles, en la proximidad de St. Louis, Missouri.
Ésta fue la primera de varias fundaciones, que continuaron con la primera escuela gratuita en la orilla occidental del río Mississippi, en 1820, y prosiguieron hasta que en 1828 había seis casas más de la Sociedad del Sagrado Corazón para niñas y jovencitas de Louisiana y Missouri.
En 1841, cuando ella tenía 72 años de edad, fue llamada para bendecir con su presencia la nueva escuela que se había inaugurado para los indios potowatomíes en Sugar Creek, en la entonces lejanísima Kansas.
Desafiando a la vejez y a los padecimientos de la salud, Santa Rosa Filipina Duchesne aceptó el reto y partió rumbo al oeste, cumpliendo así su anhelo de predicar entre indígenas americanos.
Reconociendo que continuar la misión evangélica todavía hasta las Montañas Rocallosas quedaba ya más allá de sus fuerzas, regresó a St. Charles, Missouri, muchos meses después, y ahí falleció en 1852, a los 83 años de edad.
Padeció hambre, frío y enfermedades por llevar la palabra de Dios y la acción de la caridad a tierras inhóspitas. Santa Rosa Filipina Duchesne fue canonizada en 1988 por el papa Juan Pablo II.
SANTA ROSA FILIPINA DUCHESNE nos enseña la importancia de llevar el apostolado a los confines de la Tierra.
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Hoy, 17 de noviembre, conmemoramos a Santa ISABEL DE HUNGRÍA, Viuda.
SANTA ISABEL DE HUNGRÍA (1207-1231) nació en Sárospatak, en el norte de Hungría, en una familia de la alta nobleza con una estirpe de santidad.
Santa Isabel fue hija del rey de Hungría Andrés II y de Gertrudis de Carintia y Andechs-Meran. Su tía materna fue Santa Eduviges, y una sobrina nieta suya habría de convertirse más tarde en Santa Isabel de Portugal.
Por motivos políticos, cuando Isabel tenía cuatro años de edad fue prometida en matrimonio con Hermann, el hijo del landgrave de Turingia, que tenía once. Así, desde pequeña fue enviada a esa ciudad, donde recibió formación alemana.
Lamentablemente, antes de que la boda se celebrara, Hermann falleció, al igual que su padre. El heredero fue entonces el menor, Luis, quien recibió la heredad como Luis IV, y enamorado de la prometida de su difunto hermano, se casó con Isabel.
En la corte, Santa Isabel se había distinguido siempre por su piedad y su religiosidad, y también fue una esposa devota y muy amorosa.
Casada a los catorce años de edad y madre a los quince, Santa Isabel quedó viuda a los veinte, pues su marido, Luis IV, falleció en Otranto al unirse a Federico II para la Cruzada en Tierra Santa.
Santa Isabel, sin embargo, aceptó con resignación los designios de Dios, y en vez de contraer matrimonio nuevamente, decidió entregarse al servicio de los desamparados y vivir ella misma en pobreza.
Con los bienes que le correspondieron como viuda fundó un gran hospital para pobres. Imitando a San Francisco de Asís hizo voto de renuncia y cambió su atuendo de princesa por un hábito sencillo de franciscana.
Durante cuatro años Santa Isabel de Hungría dedicó su vida a atender a los pobres y enfermos en el hospital que había fundado, viviendo en una humilde choza adjunta, dedicándose a todo tipo de labores de servicio.
Su fama de santidad recorrió numerosas comarcas, e incluso fue admirada por el propio emperador Federico II.
Apenas con 24 años de edad, Santa Isabel falleció repentinamente. A sus funerales acudió una enorme multitud de todas las clases sociales y de varias nacionalidades, al frente de la cual iba el mismísimo emperador.
Entre varios milagros que se le atribuyen, se cuenta que justo el día de su muerte, un religioso que se había roto un brazo la vio pasar vestida elegantemente, y ella le había explicado que iba a la gloria; y tocándole el brazo, al instante quedó sanado.
Apenas a los cuatro años de su muerte, Santa Isabel de Hungría fue canonizada por el papa Gregorio IX en 1235. Es la santa patrona de Turingia, así como de los viudos, los huérfanos y los pobres.
SANTA ISABEL DE HUNGRÍA nos enseña el valor del desprendimiento en favor de ayudar a los pobres.
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Hoy, 16 de noviembre, conmemoramos a Santa MARGARITA de ESCOCIA, Reina.
SANTA MARGARITA DE ESCOCIA (1044-1093) nació en el castillo de Reska, cerca de Nádasd, en Hungría.
Como los daneses al mando del rey Canuto habían ocupado Inglaterra, el rey inglés Edmundo Ironside envió a su hijo, conocido por ello como Eduardo Outremere, o Eduardo el Exilado, a Hungría, donde contrajo matrimonio con Agatha, hermana del rey húngaro.
De esta unión nació Santa Margarita. Cuando su tío Eduardo el Confesor recuperó el trono, a partir de 1057 ella se educó en la corte inglesa.
A la muerte del monarca, empero, el conde normando Guillermo el Conquistador reclamó para sí el trono, que Edgar Athaling, el hermano de Santa Margarita, no pudo retener.
Después de la batalla de Hastings, en 1068, Santa Margarita huyó a Escocia, donde se casó con Malcolm III, rey escocés, uno de los hijos de aquel rey asesinado por MacBeth, que por sus crueles venganzas obtuvo el sobrenombre de El Sanguinario.
Como reina, Santa Margarita de Escocia destacó por su entrega a la causa de la religión y a la piedad por los más pobres. Los cultos druidas de los celtas disminuyeron notablemente gracias a su labor devota.
Fundó varias iglesias, la más importante de las cuales es la Abadía de Dunfermline. Su amorosa influencia calmó sin duda el iracundo carácter de su esposo, con el cual procreó seis varones y dos mujeres.
Santa Margarita se preocupó especialmente por que los huérfanos y los menesterosos recibieran alimento y amparo, y en ningún momento cejó su fidelidad a la Iglesia.
Al enterarse de la muerte de Malcolm y de su primogénito, Eduardo, en la batalla de Alnwick, en 1093, Santa Margarita desfalleció, y murió desolada en Edimburgo unos días más tarde. El pueblo la lloró sobremanera, pues fue una reina muy querida.
Santa Margarita de Escocia fue canonizada en 1250 por el papa Inocencio IV. Es la santa patrona de Escocia.
SANTA MARGARITA DE ESCOCIA nos enseña la importancia de ejercer la piedad cristiana desde la cima de la sociedad.
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Hoy, 15 de noviembre, conmemoramos a San ALBERTO MAGNO, Doctor de la Iglesia.
SAN ALBERTO MAGNO (1193 o 1206-1280) nació en Lauingen, en Baviera, Alemania, en el seno de la noble familia Bollstadt.
En 1223, San Alberto ingresó en Padua a la Orden de Santo Domingo, o bien Orden de Predicadores, que recién había sido instituida apenas diez años antes.
Largos años de su vida los dedicó al estudio, hasta ser promovido a Magister de Teología, aunque también fue un brillante filósofo y “hombre de ciencia” de su época. Se doctoró en París en 1245.
En la Universidad de París San Alberto Magno impartió la cátedra de Teología, y fue ahí donde clasificó, tradujo y comentó la obra de Aristóteles, y también donde conoció a su discípulo dilecto: Santo Tomás de Aquino.
Tres años más tarde fue enviado por su Orden a Colonia, con la misión de fundar ahí la casa de estudios que habría de convertirse en la Universidad de Colonia. Asimismo promovió la construcción de la catedral de esa ciudad a orillas del Rin, así como de monasterios en varias ciudades.
Con esos proyectos en marcha, en 1254 recibió en Worms el nombramiento al frente de la provincia dominica de Teutonia. Durante esta época realizó numerosos viajes de monasterio en monasterio, casi siempre a pie, promoviendo la estricta observancia de las reglas.
Obedeciendo al papa Alejandro IV, San Alberto Magno se hizo cargo del obispado de Ratisbona, o Regensburg, al frente del cual permaneció unos dos años, antes de regresar a la vida académica.
En 1263 el papa Urbano IV aceptó su renuncia al obispado, y entre 1264 y 1266 San Alberto impartió cátedra en las Universidades de Wurzburgo y Estrasburgo, hasta que en 1269 el Vaticano le concedió regresar a la paz de su monasterio en Colonia.
San Alberto Magno fue uno de los grandes sabios de la Edad Media, y uno de los teólogos más importantes; de ahí sus apelativos de Doctor Expertus y Doctor Venerabilis.
Puesto que también realizó estudios “experimentales” en lo que hoy son campos de la física, la química, la biología, la medicina, la geografía y la astronomía, se le conoce igualmente como Doctor Universalis.
En su Summa Theologiae, la compilación de su pensamiento teológico, obra aparecida en 1270, San Alberto sentó las bases para conciliar el cristianismo con el pensamiento de Aristóteles, que anteriormente había estado relegado debido a la importancia que tuvo Platón para la teología de San Agustín, la cual había sido primordial hasta entonces.
A pesar de que la obra quedó inconclusa, influyó de manera fundamental en Santo Tomás de Aquino para desarrollar su filosofía.
Ya de avanzada edad, se dice que San Alberto mandó construir su propia tumba, y que cada día rezaba ahí el oficio de difuntos. Varios años después falleció, entre sus hermanos. Sus restos reposan en la iglesia de San Andrés, en Colonia.
Luego de largos siglos de espera, San Alberto Magno fue canonizado en 1931 por el papa Pío XI. Es el santo patrono de los teólogos, los filósofos, los científicos naturales, los estudiantes de Ciencias y los montañistas.
SAN ALBERTO MAGNO nos enseña que contar con grandes conocimientos no obstaculiza la humildad y la pobreza.
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Hoy, 14 de noviembre, conmemoramos a San LORENZO O`TOOLE, Arzobispo.
SAN LORENZO O`TOOLE (1128-1180) nació en Castledermot, en Kildare, Irlanda, en el seno de una familia ilustre.
San Lorenzo O’Toole nació con el nombre de Lorcan Ua Tuathail, hijo de Murtagh, jefe del clan Murray; su madre pertenecía al clan O’Byrne.
El rey de Leinster, Dermot Mc Murrogh, lo tuvo como rehén durante dos años, durante los cuales lo trató con suma crueldad. Cuando Lorenzo fue liberado finalmente, en el trayecto de regreso, luego de una pernocta en Glendalough, en el convento, el muchacho sintió tanta armonía que pidió permiso de quedarse ahí.
Así, a los doce años de edad ingresó a la escuela monacal de Glendalough. La tradición cuenta que él siempre conservó una celda en ese convento, adonde se retiraba a rezar cuando le era posible, especialmente durante la Cuaresma.
Trece años permaneció San Lorenzo en ese santuario, destacándose por su piedad y amor al prójimo. Fue por eso que al fallecer Dunlaing, el abad, en 1154, San Lorenzo O’Toole fue electo por unanimidad abad de San Kevin.
Humildemente permaneció San Lorenzo en el cargo varios años, hasta 1161. Entonces, cuando murió el arzobispo de Dublín, Gregorio, San Lorenzo O’Toole fue llamado para sustituirlo. Ya como arzobispo, destacó por la cantidad de iglesias que mandó construir en toda Irlanda.
Cuando los anglo normandos invadieron Irlanda en 1170, San Lorenzo O’Toole fungió con buena fortuna como intermediario durante el sitio de Dublín.
Enrique II, el rey de Inglaterra, desembarcó en Irlanda sintiéndose monarca de esa isla, interpretando a su favor ciertos decretos extendidos por el papa Adrián IV, que era de origen inglés.
Tras una larga negociación, en la que San Lorenzo jugó un papel fundamental, el rey inglés aceptó ceder buena parte de la isla a Roderic O´Connor, monarca irlandés.
Por su participación en el tercer Concilio Lateranense convocado en Roma, San Lorenzo recibió importantes nombramientos por parte del nuevo papa, Alejandro III, y regresó a Irlanda.
Sabiéndose apoyado por el papa, en 1180 San Lorenzo viajó a Inglaterra para pedirle a Enrique II que dejara en paz a los irlandeses, pero el soberano le había tomado animadversión, probablemente por saber que las prerrogativas que él había tenido ahora eran del arzobispo de Dublín.
El rey de Inglaterra se retiró a Eu, en Normandía, al norte de Francia, y hasta allá lo siguió San Lorenzo O’Toole, incansable en sus esfuerzos de pacificación para su gente.
A ese sitio llegó ya enfermo, y aunque fue recibido en la abadía agustina del lugar, el frío de noviembre terminó de minar su salud, y San Lorenzo falleció antes de poder entrevistarse con el rey Enrique II.
San Lorenzo O’Toole fue canonizado en 1225 por el papa Honorio III. Se le venera especialmente en Irlanda.
SAN LORENZO O`TOOLE nos enseña el valor de negociar siempre la paz.
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Hoy, 13 de noviembre, conmemoramos a Santa AGUSTINA PIETRANTONI, Monja.
SANTA AGUSTINA PIETRANTONI (1864-1894) nació en Pozzaglia Sabina, en la región de Rieti, en Italia.
Santa Agustina Pietrantoni fue bautizada con el nombre de Livia. Era la segunda de los once hijos de Francesco Pietrantoni y Caterina Constantini, pequeños agricultores.
La pequeña Livia creció en un ambiente sano, entre gente íntegra y religiosa, además de muy trabajadora.
Sin embargo, su infancia fue dura, pues desde los siete años tuvo que trabajar cargando costales en una construcción, y más tarde en la pizca de aceitunas. Así contribuía con los ingresos de la familia, que aumentaba continuamente.
Ella siempre mostró virtudes religiosas, pero cuando hizo su Primera Comunión, Livia se sintió iluminada, y supo entonces cuál era su verdadero camino.
A pesar de que en su comunidad la tacharon de perezosa y escapista, luego de que su madre dejó de tener hijos, Livia partió rumbo a Roma en 1886, a los 22 años de edad, e ingresó con las Hermanas de la Caridad de Santa Jeanne-Antide Thouret.
Entre las religiosas ella tomó el nombre de Agustina, sintiéndose feliz de poder seguir sirviendo a los demás y ejercitando su espíritu caritativo.
Santa Agustina Pietrantoni fue asignada para el cuidado de los tuberculosos al Hospital del Espíritu Santo, santa institución de caridad que entonces contaba con 700 años de historia.
Se vivían entonces en Italia momentos poco propicios para la religión. A las Hermanas no se les persiguió, pero sí se les prohibió hablar de religión y mostrar símbolos cristianos en público y especialmente en el hospital.
Entre los enfermos había un paciente iracundo llamado Joseph Romanelli, que ya había tenido ataques de furia violenta, pero cuando vio a Santa Agustina, el infeliz decidió victimizarla y juró que la mataría.
Dedicada en cuerpo y alma a la atención de los que sufrían, Santa Agustina permaneció impasible. Sin embargo, un día que se encontraba sola, sin nadie cerca que pudiera socorrerla, Romanelli la acorraló, y a golpes y patadas descargó en ella toda su ira contra el mundo.
Pasaron varias horas hasta que alguien la encontró maltrecha en un rincón. Santa Agustina tuvo tiempo todavía de perdonar a su agresor, pero falleció víctima de la golpiza.
Santa Agustina Pietrantoni fue canonizada por Juan Pablo II en 1999.
SANTA AGUSTINA PIETRANTONI nos enseña el valor de la caridad por todos.
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Hoy, 12 de noviembre, conmemoramos a San JOSAFAT KUNSEVICH, Obispo y Mártir.
SAN JOSAFAT KUNSEVICH (1580-1623) nació en Wolodymyr in Volynia, en Ucrania, en el seno de una familia rutena de cristianos ortodoxos.
Siendo muchacho, San Josafat fue enviado por su padre a que aprendiera el oficio de comerciante, y así fue como entró en calidad de aprendiz en un establecimiento de la ciudad de Vilna, capital de la actual Lituania.
Al poco tiempo, sin embargo, el joven Kunsevich se dio cuenta de que eso no era para él, pues se pasaba todo el tiempo leyendo vidas de santos y otras obras piadosas. Finalmente renunció, decidió a convertirse en monje.
Se acercó entonces al monasterio de la Santísima Trinidad en Vilna, que seguía la regla de San Basilio, y ahí adoptó el nombre Josafat.
En aquella época, Lituania estaba gobernada por el rey Segismundo III de Polonia, país tradicionalmente católico, pero mucha de la población rutena seguía la tradición rusa, que era cristina ortodoxa.
Existía también una vertiente que propugnaba por una unión entre la Iglesia griega y la Iglesia latina, y esta fue la postura que defendió San Josafat Kunsevich.
En el monasterio basiliano, San Josafat fue monje, prior y abad, y finalmente en 1618 llegó a ser arzobipo de Polock, la actual Polazk, en Bielorrusia.
Con este cargo, emprendió una serie de reformas a las costumbres monásticas de la región, y logró un gran número de conversiones entre la gente.
A pesar de la buena voluntad de San Josafat, había mucha gente contraria a sus ideas. Y durante un periodo de turbulencias políticas, en el transcurso de una visita pastoral a Vitesbk, en la actual Bielorrusia, fue asesinado con armas blancas por un grupo de fanáticos ortodoxos que arrojaron su cadáver al río Duna.
En 1867, San Josafat Kunsevich fue canonizado por el papa Pío IX. Se le recuerda como símbolo doliente de la lucha entre cristianos ortodoxos y unionistas afines a Roma.
SAN JOSAFAT KUNSEVICH nos enseña que la lucha por la paz con frecuencia despierta enemistades.
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Hoy, 11 de noviembre, conmemoramos a San MARTÍN de TOURS, Obispo.
SAN MARTÍN DE TOURS (316-397) nació en Sabaria, la actual Szombathely, Hungría, hijo de un tribuno romano.
De niño, San Martín recibió una educación cristiana en Pavia, la ciudad natal de su padre, aunque no fue bautizado entonces.
A los 15 años, por deseo y orden de su padre ingresó al ejército romano, quedando adscrito a una división de caballería activa en la Galia.
Tres años más tarde, San Martín fue bautizado por San Hilario, antes de que fuera obispo de Poitiers. Y a los 20 años de edad, hacia el año 336, cuando se iba a emprender una nueva campaña contra los germanos, se separó definitivamente del ejército.
Para San Martín, el servicio de las armas y el ser cristiano eran actividades incompatibles.
De esta época data la célebre historia por la que se le conoce. Montado en su corcel, ataviado elegantemente como oficial, San Martín salía de Amiens, y a las puertas de la ciudad se encontró a un mendigo que no tenía con qué protegerse del frío.
Sin pensarlo, San Martín sacó su espada, y con ella partió a la mitad su elegante capa y le obsequió un trozo al mendigo. Cuenta la leyenda que a la siguiente noche Cristo se le apareció vestido con ese fragmento de capa, y entonces comprendió que el mendigo había sido Cristo que quería probarlo.
San Martín regresó a su natal provincia de Panonia, la actual Hungría, con el propósito de llevar a cabo misiones evangélicas, pero terminó retirándose a la vida de ermitaño durante un tiempo, hasta que finalmente decidió regresar a Francia.
En 361, San M artín fundó una comunidad de ascetas en Ligugé, a la cual se considera el primer monasterio que hubo en Europa; esto es importante porque existen los elementos históricos suficientes para datarlo con certeza.
Diez años más tarde, en 371, San Martín es nombrado obispo de Tours, aunque durante un tiempo continúa residiendo en el otro monasterio fundado por él, llamado Marmoutier, a 4 kilómetros de Tours. Desde ahí pudo organizar finalmente sus anheladas misiones de cristianización.
Por todo su obispado acostumbraba viajar San Martín, distinguiéndose siempre sobre todo por su actitud humilde y por amar y proteger a los pobres.
En uno de estos viajes, en Candes, el actual Candes-St-Martin, cerca de su sede obispal, falleció San Martín de Tours. Fue la primera persona no mártir en ser venerada por su santidad en Occidente.
SAN MARTÍN DE TOURS nos enseña el valor de compartir lo que se tiene con los que no tienen.
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Hoy, 10 de noviembre, conmemoramos a San LEÓN I MAGNO, 45º Papa, Doctor de la Iglesia.
SAN LEÓN I MAGNO (¿400?-461) nació en la región de la Toscana, en Italia, en épocas sumamente difíciles para la Iglesia.
Antes de ocupar la Silla de San Pedro, San León Magno ocupó puestos importantes en la organización de la Iglesia. Fue nombrado archidiácono en 430, y fue consejero del papa San Celestino I, y luego del papa San Sixto III.
Por su probidad, en 440 San León fue enviado a la Galia, la actual Francia, a resolver como intermediario una querella política. Ya cumplida su misión, se enteró de la muerte del papa Sixto, y de que él había sido nombrado sucesor suyo.
San León Magno fue un papa enérgico, cuya misión principal fue fortalecer la unidad de la Iglesia. Combatió a diversas herejías, y en 451 convocó al Concilio de Calcedonia, donde se reafirmó la doble naturaleza de Cristo.
Al año siguiente, los hunos, un sanguinario grupo bárbaro, al mando de su legendario líder Atila, penetró a Italia por el norte. Las autoridades civiles huyeron aterradas, pero San León se dirigió él solo a enfrentar al caudillo bárbaro.
Se ignora el contenido y las formas que tuvo el encuentro entre el papa y el más cruel de los jefes bárbaros, pero el resultado fue que San León convenció a Atila de que abandonara Italia, aunque a cambio de un cuantioso tributo.
Del mismo modo, cuando en 455 los vándalos, que habían avanzado por el norte de África, cruzaron a Italia e invadieron Roma, San León Magno se enfrentó igualmente a Genserico, el jefe vándalo.
En esta ocasión San León no pudo impedir el saqueo y el vandalismo; pero lo que sí logró evitar que los habitantes fueran masacrados y la ciudad incendiada.
A pesar de que son escasas las noticias sobre su vida personal, se conservan 173 cartas y 96 sermones de su autoría, en los que en general enfatiza la supremacía del obispado de Roma.
Según una tradición, San León falleció durante la pausa de un Concilio, luego de 21 años de un pontificado que dejó marca en la historia de la Iglesia. Sus restos mortales reposan en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.
En 1754, el papa Benedicto XIV nombró a San León Doctor de la Iglesia. El apelativo Magno lo merece por su energía para reforzar la unión y la influencia de la Iglesia en contra de sus enemigos.
SAN LEÓN MAGNO nos enseña el valor del liderazgo y la determinación.
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Hoy, 9 de noviembre, conmemoramos a San URSINO de BOURGES, Obispo.
SAN URSINO DE BOURGES (murió a finales del s. III), se desconoce de dónde era originario.
A San Ursino se le conmemora en Bourges, Francia, como primer obispo de ese lugar. Los principales datos que tenemos de su vida provienen de la Historia Francorum de San Gregorio de Tours, quien escribió en el siglo sexto.
Existe una versión arraigada en la región de Berry según la cual San Ursino habría sido uno de los 72 discípulos de los apóstoles luego de la muerte de Jesús, pero esto no corresponde con los datos históricos.
Es más probable que este santo obispo de la Galia haya sido enviado desde Roma en misión evangélica.
Después de haber predicado, convertido y bautizado a mucha gente en la región de Berry, San Ursino tuvo un encuentro con un senador romano de la región, llamado Leocadio, el cual era muy rico.
A pesar de su origen pagano, Leocadio había abrazado el cristianismo, y conmovido por la piadosa labor de San Ursino, le cedió un terreno para la construcción de la primera iglesia de Bourges, hacia el año 250.
San Ursino ofició entonces como primer obispo de Bourges, donde durante 27 años realizó una labor incansable en la región, preocupándose sobre todo por la atención de la genta más pobre.
San Gregorio también describe cómo en el siglo sexto, casi trescientos años después de la muerte del santo obispo de Bourges, se encontró el sarcófago de San Ursino en un antiguo cementerio de la época romana.
Las reliquias fueron transportadas entonces a la basílica de San Sinforiano, que a partir de ahí pasó a llamarse de San Ursino.
SAN URSINO DE BOURGES nos enseña que en lo más oscuro de la historia pervive la obra de la gente de bien.
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Hoy, 8 de noviembre, conmemoramos a San ADEODATO I, 68º Papa.
SAN ADEODATO I (¿?-618) nació en Roma, en una época en que Italia estaba a merced de los lombardos y del Imperio Bizantino.
A San Adeodato, “dado por Dios”, también se le puede designar como Diosdado, o como Deusdedit, su nombre en latín.
Este pontífice fue hijo de un subdiácono llamado Esteban, desde joven ingresó para su formación al monasterio benedictino de Roma dedicado a San Erasmo.
Durante cuarenta años San Adeodato se desempeñó como sacerdote, hasta que en 615 fue electo sexagésimo octavo papa, sucediendo a Bonifacio IV.
En esa época la situación en Roma era por demás difícil, pero los tres años de su pontificado bastaron para que San Adeodato fuera muy querido por todos los romanos.
En 616 asoló a Roma una peste similar a la que ya había causado estragos en 590, y en 618 brotó también una mortal epidemia de peste. Por si fuera poco, en agosto de ese año la Ciudad Eterna fue víctima de un terremoto terrible.
En todo momento, ante las tragedias, San Adeodato mantuvo la serenidad y se preocupó por socorrer y consolar a los damnificados, a los enfermos y a los leprosos. Se le atribuye la capacidad milagrosa de haber curado de la peste a muchas personas.
A San Adeodato I se le recuerda por su defensa de los privilegios del clero monástico según lo había instituido veinte años antes San Gregorio Magno.
San Adeodato fue también el primer papa que empleó para autentificar los documentos oficiales un pesado sello de plomo que en latín se llamaba bulla; de esta palabra se deriva el término bula, con el que nos referimos a los decretos del papa.
SAN ADEODATO I nos enseña el valor del amor al prójimo para enfrentar las peores calamidades.
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Hoy, 7 de noviembre, conmemoramos a San WILLIBRORDO, Obispo.
SAN WILLIBRORDO (658-739) nació en Northumbria, en el norte de la actual Inglaterra, en una época en que no toda la Gran Bretaña estaba cristianizada.
Desde muy joven edad, San Willibrordo fue enviado por su padre para su formación a la abadía de Ripon, donde el muchacho fue discípulo de San Wilfrido.
Posteriormente estudió doce años en Irlanda, en la abadía de Rathmelsigi, que probablemente corresponde a la actual Mellifont, con San Egberto y San Wigberto.
Luego de prepararse especialmente para realizar misiones de evangelización, en 690 San Wigberto partió con una docena de compañeros hacia Frisia, en la actual Holanda, para predicar ahí entre los paganos.
En 693, en una primera visita de San Willibrordo a Roma, el papa San Sergio I aprobó absolutamente su labor misionera, y en la segunda visita, tres años después, lo consagró como arzobispo de los frisones con sede en Trajectum, la actual Utrecht.
De este modo, San Willibrordo fue el primer delegado nombrado directamente por el papado en su representación, y fungió como intermediario entre el papa y los miembros de la dinastía carolingia en Europa. También fue el primer misionero anglosajón que predicó en el continente.
Al regresar a los Países Bajos, una dama noble, Irmina de Ohren, le cedió una gran porción de terreno en Echternach, en lo que hoy es Luxemburgo, para establecer ahí un monasterio y contar con una sede para organizar más misiones, por ejemplo a Frisia Oriental y a Dinamarca.
Durante el breve reinado del rey frisón Radbodo, de 716 hasta su muerte en 719, quien pretendió restablecer los cultos paganos, toda la labor de San Willibrordo estuvo a punto de venirse abajo.
Apoyado por el mayordomo franco Carlos Martell en lo político, y por San Bonifacio en lo práctico, a partir de 719 San Willibrordo retomó su labor con renovados bríos y prosiguió incansable veinte años más.
Sin perder su entusiasmo, pero vencido por su avanzada edad, San Willibrordo falleció en el monasterio de Echternach.
A San Willibrordo se le conoce también como el “Apóstol de Frisia”. Es el santo patrono de Luxemburgo.
SAN WILLIBRORDO nos enseña el valor de las misiones fructíferas.
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Hoy, 6 de noviembre, conmemoramos a San LEONARDO de NOBLAC, Abad.
SAN LEONARDO DE NOBLAC (¿496?-559) nació probablemente en una familia de la corte de los reyes merovingios, en la Francia de la Edad Media.
De acuerdo con la tradición medieval, Leonardo de Noblac, o de Limoges, fue un noble francés de la corte de Clodoveo I, fundador de la dinastía de los merovingios.
Leonardo fue convertido al cristianismo junto con su rey y padrino la Navidad de 496 por San Remigio, “St-Rémy”, obispo de Reims.
Ya mayor de edad, el rey Clodoveo le concedió a San Leonardo el privilegio de liberar a los prisioneros que él considerara que estuvieran injustamente en prisión, con lo cual llegó a salvar a muchos inocentes.
Clodoveo le otorgó también un obispado que él rechazó, prefiriendo ingresar al monasterio de Micy, cerca de Orléans. Más tarde San Leonardo buscó la soledad de los bosques de la región de Limousin, donde vivió muchos años como ermitaño.
Gracias a sus oraciones, la reina de los francos dio a luz a un varón y sobrevivió al parto, por lo cual el rey, probablemente Clodomiro, lo recompensó con una gran porción de terreno en Noblac, el actual pueblo de St-Léonard-de-Noblat, a 20 kilómetros de Limoges.
En esas tierras San Leonardo fundó una abadía, y se dice que muchos de sus primeros monjes fueron antiguos cautivos que él había liberado.
A San Leonardo de Noblac, o de Limoges, se le considera santo patrono de los prisioneros y de las parturientas. Su culto estuvo muy difundido en Europa occidental a finales de la Edad Media.
SAN LEONARDO DE NOBLAC nos enseña el valor de anteponer la vida religiosa a los valores materiales.
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Hoy, 5 de noviembre, conmemoramos a Santa BERTILLA, Abadesa.
SANTA BERTILLA (¿630?-705) nació en la región de Soissons, Francia, en una de las familias cristianas más ilustres de la comarca.
Desde que era apenas una niña, Santa Bertilla, o Bertille en francés, sintió deseos de renunciar al mundo material y dedicarse a la vida religiosa.
Pero antes de revelar este anhelo a sus padres, la niña lo consultó con su preceptor, San Owen, quien la apoyó en su decisión.
Al ver a su hija tan determinada, sus progenitores terminaron convenciéndose, y de hecho la llevaron personalmente a Jouarre, un monasterio de grandes dimensiones a unas cuantas jornadas de Meaux, donde fue acogida con gran alegría.
En Jouarre, Santa Bertilla se formó bajo las más estrictas prácticas de la perfección monástica, combinando siempre la gentileza con el rigor, la piedad con la justicia, la humildad con el coraje, la prudencia con la sencillez.
Por la caridad y la voluntad de servicio que demostraba, la abadesa la puso al frente del priorato, nombrándola asistente suya en cuestiones de la administración del monasterio.
En 659 se terminó de construir en Chelles la abadía que Santa Bathilda, reina de Francia, había dispuesto para retirarse del mundo y pasar sus últimos días.
La reina le solicitó entonces a la abadesa de Jouarre que le aportara algunas hermanas religiosas y una abadesa para Chelles; y la abadesa pensó de inmediato en Santa Bertilla como principal del grupo.
Con discreción y vigor, Santa Bertilla fue abadesa de Chelles por cuarentaiséis años. Al principio ella se hizo cargo de Santa Bathilda, y más tarde también de Heresvida, la reina de Inglaterra, quien también se retiró en busca de paz a Chelles.
La fama de santidad de Santa Bertilla de Chelles atrajo a varias damas ilustres a su monasterio, el cual tuvo un gran auge durante su vida. Cuando falleció, Santa Bertilla fue enterrada en la iglesia de la abadía de Chelles junto a la tumba de Santa Bathilda.
SANTA BERTILLA nos enseña el valor de encontrar honor en servir a los demás.
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Hoy, 4 de octubre, conmemoramos a San CARLOS BORROMEO, Obispo.
SAN CARLOS BORROMEO (1538-1584) nació en Arona, en Novara, Italia, en el seno de una familia noble e influyente de políticos, banqueros y militares.
Como segundo hijo del conde Gilberto Borromeo y de Margarita de Médicis, de acuerdo con las costumbres aristócratas, desde niño San Carlos Borromeo fue destinado a la vida religiosa, y a los 12 años ingresó a la abadía benedictina de Arona. Más tarde estudió Derecho en la Universidad de Pavía.
Su tío materno era el papa Pío IV, y en 1560, cuando San Carlos tenía 22 años, lo mandó llamar a Roma para trabajar cerca de él en asuntos de Estado. En 1563 fue invitado al Concilio de Trento, donde recibió la consagración como obispo de Milán.
A la muerte del papa Pío IV un año después, San Carlos Borromeo salió de Roma para dedicarse exclusivamente a su diócesis de Milán, la cual abarcaba un territorio muy extenso en el norte de Italia y Suiza.
San Carlos visitó cada rincón de su diócesis, preocupado por la formación del clero, para lo cual fundó numerosos seminarios. También estableció hospitales y asilos, atendiendo las condiciones de los fieles, en especial las de los más necesitados.
Haciendo valer siempre su lema: “Humildad”, San Carlos Borromeo buscó reformar la estructura interna de la Iglesia para separarla de los intereses de los poderosos. Los enconos que despertó fueron tales, que sufrió un atentado, del cual salió ileso.
Cuando la peste asoló Milán entre 1576 y 1578, las medidas tomadas por San Carlos contribuyeron a salvar numerosas vidas, aunque en su actividad al cuidado de los enfermos su salud quedó algo minada.
Por la fuerza de su ascetismo y la firmeza de sus principios, San Carlos Borromeo se convirtió en el modelo de los obispos de su tiempo. Víctima de fiebres y de la excesiva fatiga, murió a la temprana edad de 46 años.
San Carlos Borromeo fue canonizado en 1610 por el papa Paulo V. Su cuerpo incorrupto se conserva todavía en la catedral de Milán.
SAN CARLOS BORROMEO nos enseña que la verdadera nobleza exige humildad y amor por los desfavorecidos.
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Hoy, 3 de noviembre, conmemoramos a San MARTÍN de PORRES, Religioso.
SAN MARTÍN de PORRES (1579-1639) nació en Lima, Perú, hijo de un aristócrata español y de una esclava africana.
La infancia de San Martín de Porres estuvo marcada por las tribulaciones de no haber sido reconocido por su padre, y de haber sido mulato en una época profundamente racista.
De joven, Martín aprendió los oficios de boticario y de barbero, lo que denota su temprana pasión por la medicina y su vocación por sanar a la gente.
En 1594, el destacado dominico Fray Juan de Lorenzana lo invita a ingresar a la orden de Santo Domingo, que recién había abierto su primer monasterio en el Perú.
De este modo, San Martín ingresa en calidad de “donado”, ocupándose de trabajos de servidumbre por ser negro y bastardo, además de que el sacerdocio estaba prohibido para alguien de su condición.
Por su caridad y su humildad, San Martín de Porres fue finalmente admitido como hermano en 1603, y a partir de entonces fue creciendo su fama de curador de enfermos.
Cuando la ciudad de Lima fue asolada por la peste, se dice que él solo salvó de la muerte a sesenta de sus hermanos. Además, curaba siempre a todos los desvalidos que acudían a buscarlo.
Más adelante, San Martín de Porres fundó el Asilo y Escuela de Santa Cruz, para la instrucción de niños desvalidos provenientes de familias negras, indígenas y de gente rústica, además de que recogía a los vagos y malvivientes para ayudarlos a salir de su situación.
La caridad de San Martín de Porres se proyectaba también hacia los animales heridos y hambrientos, a los que atendía con igual celo religioso.
La fama de santidad de San Martín de Porres hizo que fuera solicitado por personas de todos los estratos sociales, y él nunca se negó a ayudar al prójimo, sin importar quién fuera. Igualmente, se le atribuyen varios milagros en vida.
Acaso por el color de su piel, San Martín de Porres fue canonizado hasta 1962, por el papa Juan XXIII. Es el santo patrono de la Paz Universal, así como de los animales domésticos. Iconográficamente se le representa con una escoba, símbolo de su humildad ejemplar.
SAN MARTÍN DE PORRES nos enseña que Dios no hace distinciones por el color de la piel.
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Hoy, 2 de noviembre, conmemoramos a San MALAQUÍAS de ARMAGH, Obispo.
SAN MALAQUÍAS DE ARMAGH (1094-1148) nació en Armagh, Irlanda, en un ambiente impregnado de cristianismo, y fue bautizado como Maél Máedoc Ua Morgair.
San Malaquías fue hijo del Lector de la escuela monacal de Armagh. En 1119 fue ordenado sacerdote por San Celso, por entonces obispo de Armagh, con quien colaboró estrechamente.
En aquella época, las guerras, alzamientos e invasiones que sufría Irlanda ocasionaron también la debilidad de la organización eclesiástica en la isla, y San Malaquías se propuso restaurar el orden.
Así, San Malaquías ingresa en 1122 al monasterio de Lismore, y dos años más tarde es nombrado obispo de Connor, diócesis a la que pertenecía el monasterio de Bangor, que Malaquías reconstruyó y transformo en modelo de la vida monacal.
Al fallecer San Celso en 1132, en medio de intrigas cortesanas (San Malaquías era para entonces confesor del rey Cormac) San Malaquías fue designado su sucesor como obispo de Armagh.
En 1139, San Malaquías emprende una larga travesía a Roma para recibir del papa Inocencio II el palio para Armagh, que lo convertía en delegado papal en Irlanda. Durante el viaje conoce a San Bernardo de Claraval, o Clairvaux, quien se volvió su amigo y le apoyó con las reformas de la Iglesia irlandesa.
Durante el camino a Roma, a San Malaquías le fueron reveladas las llamadas Prophetia de summis pontificibus, 111 profecías formuladas simbólicamente acerca de los papas venideros, comenzando con Celestino II (1143-1144).
De acuerdo con esto, los últimos papas han sido: Paulo VI, Flos Florum, “Flor de flores”; Juan Pablo I, De Medietate Lunae, “El de la media luna”; Juan Pablo II, De Labore Solis, “El del trabajo del sol”; y Benedicto XVI, Gloria Olivae, “La gloria del olivo”.
Según los vaticinios de San Malaquías, quedaría un solo papa, Petrus Romanus, “Pedro el Romano”, quien sería el encargado de gobernar a la cristiandad “cuando Roma sea destruida y llegue el fin de los tiempos”.
Al regresar a su país, San Malaquías de Armagh introdujo la liturgia romana a Irlanda y emprendió las necesarias reformas organizativas. En un viaje subsecuente a Roma, San Malaquías falleció en Clairvaux, se dice que en los brazos de su amigo San Bernardo.
San Malaquías de Armagh fue canonizado en 1190 por el papa Clemente III.
SAN MALAQUÍAS DE ARMAGH nos enseña a esperar con serenidad los designios ocultos de Dios.
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Hoy, 1 de noviembre, conmemoramos a San NUÑO de SANTA MARÍA ÁLVARES PEREIRA, Religioso.
SAN NUÑO DE SANTA MARÍA ÁLVARES PEREIRA (1360-1431) nació en Cernache do Bonjardim, en Castelo Branco, Portugal, dentro de la alta nobleza lusitana.
Nuno Álvares Pereira se educó entre la aristocracia portuguesa, y en 1377 contrajo matrimonio con Leonor de Alvim. En ese entonces reinaba en Portugal Fernando I, apodado “El Inconstante” por su desastrosa política exterior, que lo llevó a varias guerras con Castilla.
La muerte de Fernando, en 1383, dio lugar a una guerra por la sucesión entre Portugal y Castilla, y aquí es donde Nuno Álvares entra en acción. Luego de ser nombrado Condestable de Portugal, se hace responsable de la defensa de su país.
Las acciones militares de San Nuño de Santa María fueron destacadas y de brillante estrategia, sobre todo considerando que las fuerzas castellanas eran más numerosas. El punto culminante fue la batalla de Aljubarrota, de 1385, donde derrotó abrumadoramente a Juan de Castilla.
Por estas acciones, en tierras portuguesas se considera a Nuño Álvares Pereira héroe nacional. Sin embargo, su historia prosigue.
Su única hija, Beatriz, se casó con Alfonso de Braganza, quien sería el primer duque de esa dinastía, por lo cual se puede considerar a San Nuño fundador de la casa de Braganza.
Al fallecer su esposa, en 1423 San Nuño de Santa María Álvares Pereira abrazó la vida religiosa carmelita.
Cumpliendo con un voto, él mismo mandó construir el Convento do Carmo en Lisboa. E ingresó a la orden Carmelita con el nombre de Nuño de Santa María.
Los últimos ocho años de su vida, San Nuño de Santa María Álvares Pereira fue un ejemplo de oración, penitencia, amor a los pobres y devoción filial a la Virgen.
Falleció en el Convento do Carmo, que fue destruido en el terremoto de 1755. La tumba de San Nuño se convirtió muy pronto en sitio de peregrinación, y su imagen pasó a formar parte de la cultura popular portuguesa.
A la vez prócer y santo nacional, San Nuño de Santa María Álvares Pereira fue canonizado en 2009 por el papa Benedicto XVI.
SAN NUÑO DE SANTA MARÍA ÁLVARES PEREIRA nos ofrece un ejemplo de cómo un gran príncipe se puede transformar en un humilde monje.
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