Hoy, 24 de febrero, conmemoramos a San MARCOS de MARCONI, Ermitaño.
SAN MARCOS DE MARCONI (1480-1510) nació en Mantua, Lombardía, en Italia.
Desde niño, el pequeño Marcos daba muestras de intereses místicos poco usuales en alguien de su edad. Se sabe que para sus 15 años se vestía en secreto con túnicas de ermitaño, y realizaba penitencias extremas, probablemente de autosufrimiento.
Eventualmente ingresó a la Orden de Ermitaños de San Jerónimo, y entonces pudo llevar a cabo su sueño de buscar a Dios a partir de la separación del mundo.
Las condiciones extremas en las que vivía fueron con certeza las que ocasionaron su temprana muerte, a los 30 años.
Su tumba se convirtió de inmediato en lugar de peregrinación, pues se dice que se obraron varios milagros ahí. Esta fama creció varios años después, a partir de que se descubrió que el cadáver de San Marcos de Marconi continuaba incorrupto.
Algunos siglos después, su cuerpo fue trasladado a distintos lugares a causa de las guerras. Primero cuando el duque de Mantua se enfrentó al emperador de Austria, lo escondieron en una iglesia. Pero años después lo sacaron justo antes de que Napoleón Bonaparte la destruyera.
Cuando pasaron las turbulencias, finalmente el cuerpo de San Marcos de Marconi fue depositado en la catedral. En 1909, el papa San Pío X confirmó su culto.
SAN MARCOS DE MARCONI nos da un ejemplo de la fuerza que puede alcanzar la vocación.
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