Hoy, 30 de marzo, conmemoramos a San JULIO ÁLVAREZ MENDOZA, Mártir.
SAN JULIO ÁLVAREZ MENDOZA (1866-1927) nació en la ciudad de Guadalajara, en el estado mexicano de Jalisco; de familia pobre, pudo formarse como sacerdote gracias a la ayuda de un bienhechor.
San Julio Álvarez fue párroco de Mechoacanejo, Jalisco. En este sitio rural pasó toda su vida de sacerdote, viviendo como pobre entre los pobres, y distinguiéndose por su celo pastoral.
Era un párroco afectuoso, y se le recuerda como padre espiritual y amigo de los niños. Como miembro de su comunidad contribuyó enseñando a la gente el oficio de sastrería, y él mismo elaboraba prendas para los menesterosos.
Cuando sobrevinieron en México las persecuciones contra los católicos en 1926, hecho conocido como “Guerra de los Cristeros”, San Julio Álvarez permaneció en su parroquia, procurando ayuda para sus fieles y administrando los sacramentos de manera clandestina.
En marzo de 1927 “don Julio” fue capturado. Atado de manos lo pasearon por varios pueblos como castigo ejemplar, y luego lo remitieron a un sitio llamado San Julián, donde en ayunas y con las manos atadas se le impedía sentarse a descansar. Ahí lo sentenciaron a morir fusilado.
Sus últimas palabras fueron: “Voy a morir inocente, porque no he hecho ningún mal. Mi delito es ser ministro de Dios. Yo os perdono.” A continuación puso los brazos en cruz para recibir las balas.
Su cadáver lo arrojaron en un tiradero de basura, donde permaneció hasta que fue encontrado e identificado por los habitantes de San Julián, quienes procedieron a darle cristiana sepultura. Años más tarde sus restos fueron trasladados a Mechoacanejo, sitio que por esa causa se ha convertido en lugar de peregrinación.
San Julio Álvarez Mendoza fue canonizado por el papa Juan Pablo II en 2000.
SAN JULIO ÁLVAREZ MENDOZA nos enseña que la bondad es una de las fuerzas más poderosas que Dios nos ha dado.
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