Hoy, 31 de mayo, conmemoramos a San FÉLIX de NICOSIA, Religioso.
SAN FÉLIX DE NICOSIA (1715-1787) nació en Nicosia, en Sicilia, Italia; fue uno de tres hijos de un zapatero y una madre costurera, en una familia pobre y muy religiosa.
El joven Filippo Giacomo Amoroso ejerció el oficio de su padre, pero a la muerte de sus progenitores decide atender a sus inquietudes religiosas.
Durante varios años intentó infructuosamente ingresar al convento de los Capuchinos, pero cada vez era rechazado. Esto no lo desanimó, sino que continuó perseverando, hasta que en 1743 fue admitido en el convento de Mistretta, donde profesó como hermano lego con el nombre de fray Félix de Nicosia.
Fue enviado entonces de vuelta a su ciudad natal para acompañar al hermano limosnero. Si bien en el convento de Nicosia fue zapatero, cocinero, portero, enfermero y hortelano, el oficio de limosnero, que ejerció por más de cuarenta años, le permitía tener un contacto directo y edificante con la gente.
San Félix de Nicosia destacó por sus elevadas virtudes, como la humildad, la caridad, la austeridad y la mansedumbre, así como una delicada espiritualidad que se manifestaba en la atención que recibía de los fieles, que se vieron beneficiados por sus favores y por algunos milagros que se le atribuyeron.
En 1787, San Félix de Nicosia falleció en su convento. Fue beatificado por el papa León XIII en 1888, y canonizado por Su Santidad Benedicto XVI en 2005.
SAN FÉLIX DE NICOSIA nos enseña el valor de la perseverancia en el ejercicio de la virtud.
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