Hoy, 13 de octubre, conmemoramos a San GERALDO DE AURILLAC, Laico.
SAN GERALDO DE AURILLAC (850-909) nació en Aurillac, en la región de Auvernia, en Francia, en la época de guerras entre los herederos del emperador Carlomagno.
Desde muy pequeño, San Geraldo, hijo del conde de Aurillac, fue educado de acuerdo con los ideales caballerescos de la Edad Media. Aprendió cacería y a tirar con arco, así como las bellas artes, hasta que una grave enfermedad cambió drásticamente el rumbo de su vida.
Siguiendo los usos de la época, su padre había ya arreglado una boda para San Geraldo, pero su incipiente ceguera, entre otras cosas, motivó la cancelación del matrimonio. Su madre quiso entonces que se formara para seguir la vida sacerdotal, aunque su padre prefirió que no se ordenara, pues era su único heredero.
De este modo, San Geraldo de Aurillac se convirtió en uno de los escasos laicos del Medioevo que recibieron una formación religiosa sólida.
En 899, fundó con sus propios recursos un monasterio benedictino en Aurillac. San Odilón de Cluny, que tiempo después fue abad de ese mismo monasterio, es quien nos refiere principalmente los aspectos de la vida de San Geraldo.
La vida de San Geraldo de Aurillac era un modelo de religiosidad, sobre todo tratándose de un laico. Oraba mucho, hacía penitencias, trataba a todas las personas como hermanos, incluso a sus siervos, vasallos y empleados.
Hacia el año 902, San Geraldo quedó totalmente ciego. Sin embargo, él nunca permitió que este impedimento fuera un obstáculo para seguir adorando a Dios, ni para procurar el bien de sus hermanos.
San Geraldo rechazó siempre la violencia y la guerra, y estaba convencido de que las querellas únicamente se podían resolver mediante la fuerza de los argumentos.
Numerosas fundaciones y obras de caridad se realizaron en virtud de su espíritu benevolente. Con el tiempo, alrededor del monasterio se fue edificando lo que llegaría a ser la ciudad.
La escuela monacal por él fundada llegó a alcanzar gran renombre, tanto que ahí estudió quien llegaría a ser el papa Silvestre II, el papa del año mil.
Luego de perder la vista, San Geraldo de Aurillac se retiró a unas propiedades de su familia en Poutsoumy, en St-Cirgues-Quercy, en el actual departamento francés de Aveyron, donde permaneció en retiro y oraciones hasta su muerte.
San Geraldo de Aurillac fue uno de los primeros hombres que sin ser monje ni clérigo empezó a ser venerado como santo.
SAN GERALDO DE AURILLAC nos enseña que una vida de religiosidad es posible también para los laicos.
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SAN GERALDO DE AURILLAC (850-909) nació en Aurillac, en la región de Auvernia, en Francia, en la época de guerras entre los herederos del emperador Carlomagno.
Desde muy pequeño, San Geraldo, hijo del conde de Aurillac, fue educado de acuerdo con los ideales caballerescos de la Edad Media. Aprendió cacería y a tirar con arco, así como las bellas artes, hasta que una grave enfermedad cambió drásticamente el rumbo de su vida.
Siguiendo los usos de la época, su padre había ya arreglado una boda para San Geraldo, pero su incipiente ceguera, entre otras cosas, motivó la cancelación del matrimonio. Su madre quiso entonces que se formara para seguir la vida sacerdotal, aunque su padre prefirió que no se ordenara, pues era su único heredero.
De este modo, San Geraldo de Aurillac se convirtió en uno de los escasos laicos del Medioevo que recibieron una formación religiosa sólida.
En 899, fundó con sus propios recursos un monasterio benedictino en Aurillac. San Odilón de Cluny, que tiempo después fue abad de ese mismo monasterio, es quien nos refiere principalmente los aspectos de la vida de San Geraldo.
La vida de San Geraldo de Aurillac era un modelo de religiosidad, sobre todo tratándose de un laico. Oraba mucho, hacía penitencias, trataba a todas las personas como hermanos, incluso a sus siervos, vasallos y empleados.
Hacia el año 902, San Geraldo quedó totalmente ciego. Sin embargo, él nunca permitió que este impedimento fuera un obstáculo para seguir adorando a Dios, ni para procurar el bien de sus hermanos.
San Geraldo rechazó siempre la violencia y la guerra, y estaba convencido de que las querellas únicamente se podían resolver mediante la fuerza de los argumentos.
Numerosas fundaciones y obras de caridad se realizaron en virtud de su espíritu benevolente. Con el tiempo, alrededor del monasterio se fue edificando lo que llegaría a ser la ciudad.
La escuela monacal por él fundada llegó a alcanzar gran renombre, tanto que ahí estudió quien llegaría a ser el papa Silvestre II, el papa del año mil.
Luego de perder la vista, San Geraldo de Aurillac se retiró a unas propiedades de su familia en Poutsoumy, en St-Cirgues-Quercy, en el actual departamento francés de Aveyron, donde permaneció en retiro y oraciones hasta su muerte.
San Geraldo de Aurillac fue uno de los primeros hombres que sin ser monje ni clérigo empezó a ser venerado como santo.
SAN GERALDO DE AURILLAC nos enseña que una vida de religiosidad es posible también para los laicos.
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