Hoy, 24 de octubre, conmemoramos a San ANTONIO MARÍA CLARET, Obispo.
SAN ANTONIO MARÍA CLARET (1807-1870) nació en Sallent, en Cataluña, España, hijo de un tejedor en una familia profundamente cristiana con muchos hijos.
Antoni Maria Claret i Clarà fue el quinto hijo de Joan Claret y Josefa Clarà; desde los doce años trabajó en el taller de su padre, y a los diecisiete fue enviado a Barcelona para realizar estudios de industria textil.
Cuatro años después, sin embargo, Antoni regresó a Sallent, pero para ingresar al seminario de Vic, donde se ordenó como sacerdote en 1835.
Siguiendo su vocación de misionero, en 1839 viajó a Roma para unirse a los jesuitas, quienes más tarde lo devolvieron a España para que predicara durante las guerras civiles del siglo XIX, donde realiza una intensa labor.
Finalmente, en 1847 San Antonio María Claret fue nombrado obispo de las islas Canarias. Esta pausa le sirve para organizar la fundación de la Congregación de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, junto con otros sacerdotes catalanes.
En esto se encontraba cuando recibió la noticia de su nombramiento como arzobispo de Santiago de Cuba, adonde viajó en 1851. Su diócesis comprendía las provincias de Camagüey y Oriente.
En la isla americana San Antonio fundó junto con la madre María Antonia París las Misioneras Clareatianas, conocidas también como Religiosas de María Inmaculada.
San Antonio María Claret se ganó muchos enemigos en Cuba por predicar la igualdad entre los blancos y los negros. Montado en un burro atravesó más de 35 veces la Sierra Maestra para predicar a los pobres y a los esclavos. Fue víctima de un atentado, al que sobrevivió milagrosamente.
En 1857 recibió noticias de España de haber sido nombrado confesor de la reina Isabel II, de modo que regresó a la Península. Sus consejos a los miembros de la corte eran en el sentido de realizar obras piadosas y de carácter social para prevenir la Revolución.
A pesar de sus advertencias, con motivo de las revueltas de 1868 San Antonio María Claret tuvo que exilarse en París, junto con la reina. Perseguido por motivos políticos y religiosos, falleció en la abadía de Fontfroide.
San Antonio María Claret fue canonizado en 1950 por el papa Pío XII.
SAN ANTONIO MARÍA CLARET nos enseña a ayudar a los más necesitados sin importar el color de su piel.
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SAN ANTONIO MARÍA CLARET (1807-1870) nació en Sallent, en Cataluña, España, hijo de un tejedor en una familia profundamente cristiana con muchos hijos.
Antoni Maria Claret i Clarà fue el quinto hijo de Joan Claret y Josefa Clarà; desde los doce años trabajó en el taller de su padre, y a los diecisiete fue enviado a Barcelona para realizar estudios de industria textil.
Cuatro años después, sin embargo, Antoni regresó a Sallent, pero para ingresar al seminario de Vic, donde se ordenó como sacerdote en 1835.
Siguiendo su vocación de misionero, en 1839 viajó a Roma para unirse a los jesuitas, quienes más tarde lo devolvieron a España para que predicara durante las guerras civiles del siglo XIX, donde realiza una intensa labor.
Finalmente, en 1847 San Antonio María Claret fue nombrado obispo de las islas Canarias. Esta pausa le sirve para organizar la fundación de la Congregación de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, junto con otros sacerdotes catalanes.
En esto se encontraba cuando recibió la noticia de su nombramiento como arzobispo de Santiago de Cuba, adonde viajó en 1851. Su diócesis comprendía las provincias de Camagüey y Oriente.
En la isla americana San Antonio fundó junto con la madre María Antonia París las Misioneras Clareatianas, conocidas también como Religiosas de María Inmaculada.
San Antonio María Claret se ganó muchos enemigos en Cuba por predicar la igualdad entre los blancos y los negros. Montado en un burro atravesó más de 35 veces la Sierra Maestra para predicar a los pobres y a los esclavos. Fue víctima de un atentado, al que sobrevivió milagrosamente.
En 1857 recibió noticias de España de haber sido nombrado confesor de la reina Isabel II, de modo que regresó a la Península. Sus consejos a los miembros de la corte eran en el sentido de realizar obras piadosas y de carácter social para prevenir la Revolución.
A pesar de sus advertencias, con motivo de las revueltas de 1868 San Antonio María Claret tuvo que exilarse en París, junto con la reina. Perseguido por motivos políticos y religiosos, falleció en la abadía de Fontfroide.
San Antonio María Claret fue canonizado en 1950 por el papa Pío XII.
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