Hoy, 9 de diciembre, conmemoramos a Santa LEOCADIA de TOLEDO, Mártir.
SANTA LEOCADIA DE TOLEDO (¿292?-304) nació en Toledo, España, en una familia de la minoría cristiana de la ciudad, en épocas del Imperio Romano.
Luego de varios años de tolerancia al cristianismo en el Imperio, el emperador Diocleciano ordenó una de las más cruentas persecuciones contra los cristianos. A Hispania envió a Daciano para ejecutar sus sangrientas órdenes.
En esa época nació Santa Leocadia, que era casi apenas una niña cuando comenzó la persecución.
A pesar de su corta edad, Santa Leocadia se distinguía por su actividad para atraer a los toledanos a la fe de Jesús. Probablemente por ese motivo se encontró entre las primeras personas que fueron denunciadas cuando Daciano llegó a Toledo.
Las crónicas refieren una valiente discusión entre el prefecto romano y la joven cristiana, en la que ella se muestra tenaz y defiende con orgullo sus creencias. Iracundo, Daciano ordenó que torturaran a Santa Leocadia hasta hacerla renegar de su fe. Pero todo fue en vano.
Luego de torturarla la arrojaban a una celda, donde cuenta la tradición que ella talló con su dedo una cruz, luego de repasarla noche tras noche en medio de sus suplicios, encontrando firmeza en el ejemplo de Santa Eulalia de Mérida, de cuyo martirio se había enterado.
Tras un prolongado sufrimiento, Santa Leocadia falleció finalmente a causa de las heridas causadas por los azotes.
En Toledo se conserva todavía la “Mazmorra de Santa Leocadia”, con la cruz que supuestamente talló la santa con el dedo durante su cautiverio.
En el periodo de ocupación musulmana de la Península, las reliquias de Santa Leocadia fueron trasladadas para su resguardo a Toledo, y posteriormente a Flandes. El rey Felipe II las devolvió finalmente en solemne ocasión a Toledo, donde todavía se conservan.
SANTA LEOCADIA DE TOLEDO nos enseña el valor de la tenacidad.
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SANTA LEOCADIA DE TOLEDO (¿292?-304) nació en Toledo, España, en una familia de la minoría cristiana de la ciudad, en épocas del Imperio Romano.
Luego de varios años de tolerancia al cristianismo en el Imperio, el emperador Diocleciano ordenó una de las más cruentas persecuciones contra los cristianos. A Hispania envió a Daciano para ejecutar sus sangrientas órdenes.
En esa época nació Santa Leocadia, que era casi apenas una niña cuando comenzó la persecución.
A pesar de su corta edad, Santa Leocadia se distinguía por su actividad para atraer a los toledanos a la fe de Jesús. Probablemente por ese motivo se encontró entre las primeras personas que fueron denunciadas cuando Daciano llegó a Toledo.
Las crónicas refieren una valiente discusión entre el prefecto romano y la joven cristiana, en la que ella se muestra tenaz y defiende con orgullo sus creencias. Iracundo, Daciano ordenó que torturaran a Santa Leocadia hasta hacerla renegar de su fe. Pero todo fue en vano.
Luego de torturarla la arrojaban a una celda, donde cuenta la tradición que ella talló con su dedo una cruz, luego de repasarla noche tras noche en medio de sus suplicios, encontrando firmeza en el ejemplo de Santa Eulalia de Mérida, de cuyo martirio se había enterado.
Tras un prolongado sufrimiento, Santa Leocadia falleció finalmente a causa de las heridas causadas por los azotes.
En Toledo se conserva todavía la “Mazmorra de Santa Leocadia”, con la cruz que supuestamente talló la santa con el dedo durante su cautiverio.
En el periodo de ocupación musulmana de la Península, las reliquias de Santa Leocadia fueron trasladadas para su resguardo a Toledo, y posteriormente a Flandes. El rey Felipe II las devolvió finalmente en solemne ocasión a Toledo, donde todavía se conservan.
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